CHRISTOPHER
CLAVIUS, gran
matemático alemán, astrónomo y jesuita que será el principal
artífice del calendario gregoriano moderno. En los últimos años de
su vida llegará a ser el astrónomo más respetado de Europa y sus
libros de texto se utilizarán para la educación astronómica
durante más de cincuenta años en el viejo continente, llegando
incluso a tierras más remotas al ser utilizado por los misioneros.
En la Luna, un cráter llevará su nombre.
JAMES
HUTTON, geólogo
escocés, considerado el padre de la geología moderna al rechazar la
teoría del catastrofismo, en boga entre los científicos de su
tiempo. Explicó que procesos como la sedimentación, el vulcanismo y
la erosión producen cambios en la superficie de la Tierra y han
venido operando de la misma manera y a la misma velocidad desde hace
mucho tiempo. De este modo, llegó a la conclusión de que la Tierra
tiene muchos más años de lo que hasta ese momento se había
pensado. Esta teoría chocó frontalmente con quienes continuaban
creyendo en la descripción bíblica de la creación, que aseveraban
que la Tierra tenía sólo 6.000 años.
WILHELM
CONRAD RÖNTGEN,
físico alemán, que en noviembre de 1895 leerá ante la Sociedad
Físico-Médica de Würzburg un informe sobre su descubrimiento de
radiaciones de onda corta, a las que decidirá llamar rayos X. Más
tarde, a estos rayos se les bautizará con su nombre, aunque siguen
siendo conocidos como rayos X. Recibirá la medalla Rumford de la
Sociedad Real de Londres en 1896 y el primer Premio Nobel de Física
en 1901.
RENÉ
DESCARTES, filósofo,
matemático y naturalista francés, que en 1637 publicará su famoso
Discurso del método,
presentado como prólogo a tres ensayos científicos. El autor
propondrá una duda metódica, que someta a juicio todos los
conocimientos de la época, aunque, a diferencia de los escépticos,
la suya es una duda orientada a la búsqueda de principios últimos
sobre los cuales cimentar sólidamente el saber. De aquí saldrá su
famosa formulación "Pienso, luego existo".
ISAAC
NEWTON, matemático,
físico y astrónomo inglés, que con su ley de la caída de los
cuerpos estableció las bases de su teoría general sobre la
gravitación universal. Se niega a recibir los auxilios finales de la
Iglesia, consecuente con su aborrecimiento del dogma de la Trinidad.
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