La fantasía popular ha
asimilado la expresión «noche toledana» con una cruel matanza cortesana
ocurrida en tiempos musulmanes, elevándola a la categoría de leyenda
bajo la nominación de la «Jornada del Foso», pero los orígenes
literarios de la expresión también son agradables y jacarandosos.
Ya sabemos que una noche toledana es aquella que se ha pasado sin dormir y de mala manera. El origen de la expresión se remonta al año 797 cuando el gobernador Amrús se valió del engaño para decapitar a varios cientos de toledanos, a quienes previamente había invitado a su fortaleza, colgando sus cabezas en las almenas del cuartel situado en el lugar de Montichel, hoy conocido como Paseo de San Cristóbal. Con esta matanza, Amrús vengaba la muerte de su hijo, Yusuf, ejecutado tiempo atrás por la nobleza de la ciudad.
Ya sabemos que una noche toledana es aquella que se ha pasado sin dormir y de mala manera. El origen de la expresión se remonta al año 797 cuando el gobernador Amrús se valió del engaño para decapitar a varios cientos de toledanos, a quienes previamente había invitado a su fortaleza, colgando sus cabezas en las almenas del cuartel situado en el lugar de Montichel, hoy conocido como Paseo de San Cristóbal. Con esta matanza, Amrús vengaba la muerte de su hijo, Yusuf, ejecutado tiempo atrás por la nobleza de la ciudad.