sábado, 28 de mayo de 2016

UN DÍA COMO HOY EN...



1908 nace en Londres (Reino Unido) el escritor británico de novelas de suspense Ian Fleming, que creará una de las más exitosas y ampliamente imitada serie de ficción popular: James Bond, agente 007 del Servicio Secreto británico. (Hace 108 años).




1928 fallece en Madrid (España), Francisco de Icaza, poeta, ensayista y escritor mexicano. Sus obras más conocidas son Lejanías y La canción del camino. (Hace 88 años).



1849 en la localidad de Scarborough, en el condado de North Yorkshire (Reino Unido), fallece enferma de tuberculosis a los 29 años de edad, la poeta y novelista Anne Brontë, la pequeña de las tres hermanas Brontë y la que más éxitos cosechó en vida, autora de las novelas clásicas Agnes Grey y La inquilina de Wildfell Hall. (Hace 167 años).




1805 muere en Madrid (España), el compositor y violonchelista italiano Luigi Boccherini, entonces al servicio del infante don Luis, hermano del rey Carlos III de España. Su obra más conocida Música nocturna de las calles de Madrid(Hace 211 años). 

viernes, 27 de mayo de 2016

IGOR SIKORSKY (1889 – 1972)

El diseñador aeronáutico que desarrolló con éxito el helicóptero.
Este ingeniero aeronáutico ruso nacionalizado estadounidense, fue un pionero de la aviación y diseñó el primer avión de cuatro motores y el primer helicóptero fabricado en cadena.
Orgulloso de su invento, que pretendía haber construido como una herramienta poderosa para la industria y el transporte y, sobre todo, como un medio eficaz en labores de rescate de personas allí donde el acceso es prácticamente imposible por otros medios, se congratulaba hacia el fin de su carrera de que el helicóptero había salvado más de 50.000 vidas. Se retiró de la práctica de la ingeniería en 1957, aunque continuó siendo asesor en temas de aviación hasta su fallecimiento. Recibió múltiples premios y honores, entre los que destacan la medalla Daniel Guggenheim en 1951, y el Premio Nacional de Defensa en 1971, así como diversos doctorados honoris causa por las escuelas de ingeniería aeronáutica de su país. 

jueves, 26 de mayo de 2016

JOHN WAYNE (1907 – 1971)

Marion Robert Morrison, conocido popularmente como The Duke (El Duque), fue un actor estadounidense que comenzó su carrera en el cine mudo en la década de 1920, aunque alcanzó la fama entre las décadas de 1940 y 1970. Su filmografía estuvo mayoritariamente ligada al género del Western y al bélico, a pesar de que interpretó muchos otros papeles. Fue el símbolo de lo rudo y masculino, y también fue un icono estadounidense durante muchos años. Es memorable el timbre distintivo de su voz, su forma de caminar y su presencia física y tiene el récord de la mayor cantidad de papeles protagónicos en la historia del cine con 142. Obtuvo dos Oscar al mejor en actor, en 1949 y en 1969.  

miércoles, 25 de mayo de 2016

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA (1600-id. – 1681)

Dramaturgo y poeta español, autor de obras tan conocidas como La vida es sueño y El alcalde de Zalamea, cuya obra teatral es la culminación del modelo barroco creado por el genio Lope de Vega y Carpio.
Sacerdote católico, caballero de la Orden de Santiago, conocido fundamentalmente por ser uno de las más insignes literatos barrocos del Siglo de Oro, en especial por su teatro: su producción consta de ciento diez comedias y ochenta autos sacramentales, loas, entremeses y otras obras menores. Como todo coetáneo suyo, Calderón no podía por menos que partir de las pautas dramáticas establecidas por Lope de Vega. Pero su obra, ya plenamente barroca, tal vez alcance mayor grado de perfección técnica y formal que la de Lope. De estilo más sobrio, Calderón pone en juego menor número de personajes y los centra en torno al protagonista, de manera que la obra tiene un centro de gravedad claro, un eje en torno al cual giran todos los elementos secundarios, lo que refuerza la intensidad dramática.
En su estilo cabe distinguir dos registros. El primero consiste en reordenar y condensar lo que en Lope aparece de manera difusa y caótica y en estilizar las notas de su realismo costumbrista. Así, reelabora temas originales de Lope en varias de sus obras maestras. En ellas aparece una rica galería de personajes representativos de su tiempo y de su condición social, todos los cuales tienen en común un tema del siglo: el honor, el patrimonio del alma enfrentado a la justicia de los hombres, caso de El alcalde de Zalamea, o las pasiones amorosas que ciegan el alma, cuestión que aborda en El mayor monstruo, los celos o en El médico de su honra.
En su segundo registro, el dramaturgo inventa, más allá del repertorio caballeresco, una forma poético-simbólica desconocida antes de él y que configura un teatro esencialmente lírico, cuyos personajes se elevan hacia lo simbólico y lo espiritual. Calderón destaca sobre todo como creador de esos personajes barrocos, íntimamente desequilibrados por una pasión trágica, que aparecen en El mágico prodigioso o La devoción de la cruz. Su personaje más universal es el desgarrado Segismundo de La vida es sueño, considerada como la cumbre del teatro calderoniano. Esta obra, paradigma del género de comedias filosóficas, recoge y dramatiza las cuestiones más trascendentales de su época: el poder de la voluntad frente al destino, el escepticismo ante las apariencias sensibles, la precariedad de la existencia, considerada como un simple sueño y, en fin, la consoladora idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer el bien.
Con Calderón adquirieron asimismo especial relevancia la escenografía -lo que él llamaba «maneras de apariencia»- y la música. La carpintería teatral se convirtió en un elemento clave en la composición de sus obras y el concepto de escena se vio revalorizado de una manera general, en la línea del teatro barroco. En cuanto a su lenguaje, se puede considerar que es la culminación teatral del culteranismo. Su riqueza expresiva y sus complejas metáforas provienen de un cierto conceptismo intelectual, acorde con el temperamento meditabundo propio de sus personajes de ficción.

martes, 24 de mayo de 2016

ENCUENTRO CON AUTOR

Fernando Iwasaki, afincado en Sevilla, de origen peruano y “medio japonés” –tal como él mismo se define–, acompañó ayer al Club de Lectura “Ginex – Libris” y al Club de Lectura en Español para Extranjeros. Ambos grupos leyeron previamente Ajuar funerario, un compilación de microrrelatos de terror desde el punto de vista del humor.
El título de esta obra lo deja claro: 'ajuar', objetos propios de una persona relacionados con el hogar, y 'funerario', relativo al entierro; términos que dan la clave del contenido del libro y que unidos dan un resultado humorístico.
El relato más corto (28 palabras) abre este volumen y no es una casualidad; su título, tampoco:
DÍA DE DIFUNTOS
Cuando llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras.
Pero mamá, tú estás muerta.
Tú también, mi niño.
Y nos abrazamos desconsolados.
Muchos de estos microrrelatos tratan de temas que el autor ha extraído de recuerdos de familia, otros están relacionados con las monjas de su escuela, monstruos tras rostros llenos de compasión, algunos más dan cuenta de leyendas urbanas (historias que circulan de boca en boca de origen incierto), o los que se recrean en los miedos e inseguridades más comunes: el dentista, el hospital, los hoteles, los tanatorios…
¿Quién no recuerda esas reuniones de amigos en la infancia cuando intentábamos asustarnos con relatos terroríficos de gente desaparecida, fantasmas, espectros, cadáveres vivientes…?
Pero no podemos llevarnos a engaño, no hay nada de terrorífico en el libro ya que provoca muchas más sonrisas que escalofríos: “como cuentos de terror son un fracaso pues el lector acaba riendo” señala Iwasaki. Entonces, nos planteamos el porqué de la insistencia en el horror cuando no son relatos de terror en sentido estricto. He aquí la respuesta: el miedo es verosímil y es lo que le importa como escritor, ya que “existe lo real, la verdad y lo verosímil. A mí lo que me interesa es la verosimilitud, no la verdad ni la realidad. La literatura es ficción por encima de todas las cosas”.
Una antología breve pero densa, repleta de guiños que los miembros de los dos grupos de lectura desciframos junto con Iwasaki. Para nosotros fue un verdadero placer haber podido disfrutar de ese rato que nos ofreció este escritor de tan amplia creatividad, que ilumina de originalidad no sólo sus textos sino también sus palabras y que nos provocó tanto la sonrisa como la carcajada.

¡MÁS NOVEDADES!

NOVELAS DE GÉNERO VARIADO


DANIEL GABRIEL FAHRENHEIT (1686 – 1736)

Físico alemán e inventor de la escala termométrica que lleva su nombre, fue soplador de vidrio y construyó instrumentos científicos de precisión.
Célebre entre otras cosas por haber desarrollado el termómetro de mercurio y la escala Fahrenheit de temperatura, y autor de numerosos inventos, entre los que cabe citar los termómetros de agua (1709) y de mercurio (1714); la aportación teórica más relevante de Fahrenheit fue el diseño de la escala termométrica que lleva su nombre, aún hoy la más empleada en Estados Unidos y hasta hace muy poco también en el Reino Unido, hasta la adopción por este país del sistema métrico decimal.
Fahrenheit empleó como valor cero de su escala la temperatura de una mezcla de agua y sal a partes iguales, y los valores de congelación y ebullición del agua convencional quedaron fijados en 32 y 212 respectivamente. En consecuencia, al abarcar un intervalo más amplio, la escala Fahrenheit permite mayor precisión que la centígrada a la hora de delimitar una temperatura concreta.
Publicó estos resultados el 1714, en Acta Editorum. Por entonces los termómetros usaban como líquido de referencia el alcohol, y a partir de los conocimientos que había adquirido Roemer de la expansión térmica de los metales, Fahrenheit pudo sustituirlo ventajosamente por mercurio a partir de 1716.
Gran conocedor de los trabajos de los científicos más relevantes del momento, Fahrenheit publicó en 1724 diversos trabajos en las Philosophical Transactions de la Royal Society, institución que lo acogió como miembro ese mismo año. Versan éstos sobre las temperaturas de ebullición de diversos líquidos, la solidificación del agua en el vacío y la posibilidad de obtener agua líquida a una temperatura menor que la de su punto de congelación normal.
Tras la muerte de Fahrenheit se decidió unificar su escala termométrica, tomando como referencia 213 grados para la temperatura de ebullición del agua y 98,6 en vez de 96 para la correspondiente al cuerpo humano.

lunes, 23 de mayo de 2016

LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE (1561 – 1627)

Poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro, máximo exponente de la corriente literaria conocida, más tarde y con simplificación perpetuada a lo largo de siglos, como culteranismo o gongorismo, cuya obra será imitada tanto en su siglo como en los siglos posteriores en Europa y América.
En sus primeras composiciones se adivina ya la implacable vena satírica que caracterizará buena parte de su obra posterior. Pero al estilo ligero y humorístico de esta época se le unirá otro, elegante y culto, que aparece en los poemas dedicados al sepulcro del Greco o a la muerte de Rodrigo Calderón. En la Fábula de Píramo y Tisbe se producirá la unión perfecta de ambos registros, que hasta entonces se habían mantenido separados.
Aunque en su testamento hace referencia a su «obra en prosa y en verso», no se ha hallado ningún escrito en prosa, salvo las 124 cartas que conforman su epistolario, testimonio valiosísimo de su tiempo. A pesar de que no publicó en vida casi ninguna de sus obras poéticas, éstas corrieron de mano en mano y fueron muy leídas y comentadas.
Su fama fue enorme durante el Barroco, aunque su prestigio y el conocimiento de su obra decayeron luego hasta bien entrado el siglo XX, cuando la celebración del tercer centenario de su muerte (en 1927) congregó a los mejores poetas y literatos españoles de la época (conocidos desde entonces como la Generación del 27) y supuso su definitiva revalorización crítica.
Compuso los poemas extensos Soledades y la Fábula de Polifemo y Galatea, ambos de extraordinaria originalidad, tanto temática como formal. Las críticas llovieron sobre estas dos obras, en parte dirigidas contra las metáforas extremadamente recargadas, y a veces incluso «indecorosas» para el gusto de la época. En un rasgo típico del Barroco, pero que también suscitó polémica, Góngora rompió con todas las distinciones clásicas entre géneros lírico, épico e incluso satírico. Juan de Jáuregui compuso su Antídoto contra las Soledades y Quevedo lo atacó con su malicioso poema Quien quisiere ser culto en sólo un día... Sin embargo, Góngora se felicitaba de la incomprensión con que eran recibidos sus intrincados poemas extensos: «Honra me ha causado hacerme oscuro a los ignorantes, que ésa es la distinción de los hombres cultos».
El estilo gongorino es sin duda muy personal: su lenguaje destaca por el uso reiterado del cultismo, sea del tipo léxico, sea sintáctico (acusativo griego o imitación del ablativo absoluto latino). La dificultad que entraña su lectura se ve acentuada por la profusión de inusitadas hipérboles barrocas, hiperbatones y desarrollos paralelos, así como por la extraordinaria musicalidad de las aliteraciones y el léxico colorista y rebuscado.
Su peculiar uso de recursos estilísticos, que tanto se le criticó, ahonda de hecho en una vasta tradición lírica que se remonta a Petrarca, Mena o Herrera. A la manera del primero, gusta Góngora de las correlaciones y plurimembraciones, no ya en la línea del equilibrio renacentista sino en la del retorcimiento barroco. Sus perífrasis y la vocación arquitectónica de toda su poesía le dan un aspecto oscuro y original, extremado si cabe por todas las aportaciones simbólicas y mitológicas de procedencia grecolatina.
El poeta más original e influyente de todo el Siglo de Oro español. Su obra poética rompe moldes e inaugura un nuevo lenguaje cuya virtualidad, aún insuperable, sigue marcando rumbos en la poesía contemporánea.
Lo luminoso y lo oscuro en Góngora surgen de una misma raíz proteica, capaz de enfrentar el doble espejo en el que todos nos miramos, ampliando, a la vez, la dimensión de sus límites. Polifemo y Las Soledades se constituyen como las dos obras más imaginativas y complejas de la poesía universal, retando la inteligencia y la razón humanas, mostrándonos un camino que nadie como él supo vislumbrar.

domingo, 22 de mayo de 2016

ARTHUR CONAN DOYLE y SHERLOCK HOLMES


Arthur Conan Doyle (1859 – 1930)
Médico y escritor escocés, creador de Sherlock Holmes, uno de los más vívidos y perdurables personajes de ficción y prototipo de los modernos detectives. Fue un autor prolífico cuya obra incluye relatos de ciencia ficción, novela histórica, teatro y poesía.



Sherlock Holmes
¿Quiénes no conocen hoy las hazañas de Sherlock Holmes, el héroe detectivesco que hizo correr ríos de tinta a su creador, Arthur Conan Doyle, sobre sus enrevesados casos?
Arquetipo del detective deductivo, analista y elaborador de teorías habitualmente acertadas, tenía la mirada aguda y penetrante, y su nariz, fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza y de resolución.
Delgado, nervioso, empecinado, Sherlock sólo usaba razonamientos científicos para resolver misterios y realizaba las más sorprendentes deducciones a partir de detalles triviales y evidencias que, por supuesto, todos pasaban por alto.
Entre sus excentricidades, o más bien cualidades, figuraba su asombrosa capacidad para disfrazarse sin ser reconocido, o la maestría con que tocaba su Stradivarius a horas intempestivas. Le volvían loco las galletas, casi tanto como la cocaína, a veces, y el tabaco de su pipa curvada de tres cuartos. Como apicultor era un verdadero tesoro y propinaba unos puñetazos dignos de todo un campeón del cuadrilátero. Para más señas, Holmes residía en el número 221B de la vaporosa Baker Street, en el corazón de Londres.
Pero la nota que le distinguía de los demás detectives, convirtiéndolo en el más excelso de todos, era su gran conocimiento de la química y, sobre todo, su sorprendente capacidad de deducción para desenmascarar al asesino más escurridizo.
El doctor John H. Watson fue su compañero; aunque obtuso y distraído es quien habitualmente narra las historias. Y el profesor Moriarty fue el archienemigo de Holmes, un brillante matemático que puso su genio al servicio del crimen. Es posible que el criminal estadounidense Adam Worth (1844-1922) inspirase a Conan Doyle en la creación del eterno enemigo de Holmes: el profesor James Moriarty. Apodado el «Napoleón del mundo criminal» por el detective de Scotland Yard Robert Anderson, Doyle lo denominó en boca de Holmes como «la araña en el centro de una gigantesca red del crimen cuyos hilos sólo él sabía mover». La mayor mente criminal de la Europa victoriana. Moriarty dirigía en la sombra un complejo sindicato internacional del crimen con la ayuda de su lugarteniente, el coronel Sebastián Moran. Este personaje moriría, junto con Holmes, tras una trágica caída por las cataratas de Reinchenbach en el río Aar, a la altura de la localidad alpina de Meiringen, en Suiza. La muerte literaria de Holmes en «El problema final» provocó un aluvión de reclamaciones por parte de los seguidores del personaje de Conan Doyle, quien debió resucitarle en «La aventura de la casa vacía».
La moderna novela de detectives, con todas sus convenciones, se considera que nació en 1841 con Los crímenes de la calle Morgue de Edgar Allan Poe (1809-1849) y La piedra lunar de Wilkie Collins en 1868, pero Sherlock Holmes ha pasado a la historia como el más famoso de todos los detectives.
Personaje dilecto del cine, su actor más representativo fue Basil Rathbone. Luego fue animado por Christopher Lee, Roger Moore, Peter Cushing, Nicholas Rowe, Michael Pennington y Anthony Higgins. En toda la historia del cine, es el personaje sobre el que se han producido más películas (120).

¿Quién fue Sherlock Holmes en realidad?

Médico, profesor y ayudante de la propia Scotland Yard, así era Joseph Bell, hombre clave para desenmascarar a Jack el Destripador e inspirar a Doyle.

¿Quién fue Sherlock Holmes en realidad?El autor modeló este personaje basado en su profesor de Medicina, el doctor Bell, de quien tomó sus amaneramientos y métodos; de hecho, la célebre muletilla del detective literario a Watson, «elemental...», solía emplearla el profesor con sus alumnos durante sus clases en la Universidad de Edimburgo.
Bell fue un insigne precursor de la medicina forense que puso su portentosa capacidad de observación y deducción a disposición de los sabuesos policiales de Scotland Yard. Nada absolutamente, por insignificante que resultase a simple vista, pasaba inadvertido al examen minucioso de este individuo implacable y perspicaz. Desde la forma de caminar hasta la indumentaria o el modo de expresarse y guiñar un ojo resultaban cruciales para la resolución de un crimen.
No en vano, el doctor Bell explicaba incansable a sus alumnos «el estudiante debe ser amaestrado sobre cómo observar. Para interesarles en esta clase de trabajo, nosotros los profesores encontramos útil mostrar al estudiante cuánto puede descubrir un entrenado uso de la observación sobre temas ordinarios como la historia previa, la nacionalidad y la ocupación de un paciente». ¿No recuerdan acaso estas palabras a las pronunciadas por el mismísimo Sherlock Holmes a su inefable ayudante, el doctor Watson?
Para concluir entonces que Sherlock Holmes y Joseph Bell eran uña y carne en el ingenioso cóctel de realidad y ficción elaborado por el habilidoso barman literario Conan Doyle, damos más pruebas: el doctor Bell supo que su antiguo alumno Doyle había construido a su protagonista tomándole a él como modelo, y no dudó en prologar incluso una de sus muchas aventuras literarias. Bell era un héroe detectivesco en la vida real, como Holmes lo era en la ficción. Scotland Yard recurrió a Bell para que le ayudase a desenmascarar al célebre asesino en serie Jack el Destripador. No cabe duda de que Bell era un formidable genio de la deducción, a quien la existencia de Holmes le enorgullecía en el fondo no sólo por verse retratado en él, sino sobre todo por sentirse inmortalizado.