jueves, 26 de junio de 2014

HOMENAJE A...


Ana María Matute Ausejo (26 de julio de 1925 – 25 de junio de 2014) fue una novelista española, miembro de la Real Academia Española, donde ocupaba el asiento «K» y la tercera mujer que recibió el Premio Cervantes, obtenido en 2010.

Matute fue una de las voces más personales de la literatura
española del siglo XX y es considerada por muchos como una de las mejores novelistas de la posguerra española, pues trata muchos aspectos políticos, sociales y morales de España durante este periodo; su prosa es frecuentemente lírica y práctica y en sus novelas incorpora técnicas literarias asociadas con la novela modernista o surrealista. También utiliza, como fuente primaria, el pesimismo, lo cual da a sus novelas una sensatez más clara que la realidad de la vida. La enajenación, la hipocresía, la desmoralización y la malicia son características que comúnmente son fáciles de encontrar en la ficción de sus obras. Aunque los argumentos de cada una de sus novelas son independientes, las une el tema general de la Guerra Civil y el retrato de una sociedad dominada por el materialismo y el interés propio.

Para entender a Matute, lo más sencillo sería poner en sintonía su instinto y su tiempo. El instinto era la fuga, la fantasía, la fábula... que la hicieron famosa. Y el tiempo, el de la posguerra.

Fue la segunda de cinco hijos de una familia perteneciente a la pequeña burguesía catalana, conservadora y religiosa. No estuvo predestinada a la felicidad. Su infancia había sido traumática. Nómada entre Barcelona y Madrid, marcada por una educación severa, tartamuda y solitaria. La separación con Eugenio de Goicoechea, por iniciativa de ella, le hizo perder, por un tiempo, la custodia de su hijo; esto le provocó problemas emocionales atravesando por una larga depresión.

No por ello dejó de escribir y de tener éxito.

Profesora de la universidad, viajaba para dar conferencias, especialmente a los Estados Unidos. En sus discursos hablaba sobre los beneficios de los cambios emocionales, los cambios constantes del ser humano y cómo la inocencia nunca se pierde completamente. Ella decía que, aunque su cuerpo fuese viejo, su corazón todavía era joven.

Ana María Matute ha sido siempre una rara en la literatura española, por mujer, por fabuladora, por la manera en que se proyectaba hacia el exterior. Contaba cuentos para los críos y después, describía la depresión como si nada. Pese a esa rareza, o quizá por ella, ha sido una mujer muy querida.

El pasado mes de enero entregó una nueva novela Demonios familiares, que entregó a su editor, Emili Rosales hace poco y que Destino publicará en septiembre. Esta novela póstuma transcurre en 1936, inicio de la Guerra Civil, y está protagonizada por una joven en un mundo de amor, traición y sentimientos confusos, y el escenario es una ciudad castellana.

Aunque dijera que “nunca ha escrito una sola línea autobiográfica”, la mayor parte de sus obras no estrictamente fantasiosas tiene jirones de su piel y de esas historias que le contaba a Gorogó, su muñeco de tez negra que, pacientemente hasta ayer mismo, fue desde los cinco años el primer receptor de su imaginación ya inmortal.



En la Biblioteca de Gines contamos con algunas de sus obras:

El saltamontes verde y otros cuentos (cuentos infantiles) 
El polizón de Ulises (cuento infantil sobre las relaciones intergeneracionales y huérfanos) 
Todos mis cuentos (antología de cuentos infantiles) 
El árbol de oro y otros relatos (relatos juveniles) 
Paulina (novela juvenil sobre la pobreza y la vida rural) 
La torre vigía (novela de fantasía, leyenda y caballeros de la Alta Edad Media) 
Olvidado rey Gudú (novela fantástica ambientada en la Edad Media) 
Pequeño teatro (novela realista, teatro de títeres) 
Paraíso inhabitado (novela fantástica que recrea un universo infantil)

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