martes, 1 de septiembre de 2015

ARMAR LA DE DIOS ES CRISTO

¿Cuál es el origen de esta expresión?
Se aplica a las pendencias en donde todos gritan y ninguno se entiende, y a las tremolinas y reyertas muy grandes y ruidosas. 
Según la mayoría, esta expresión proviene de las controversias que se armaron en el ecuménico Concilio de Nicea al discutirse la doble naturaleza, humana y divina, de Jesucristo. Este concilio tuvo lugar allá por el año 325, bajo el pontificado de Silvestre I, y fue organizado por el emperador Constantino I el Grande por consejo de su asesor religioso, el obispo Osorio de Córdoba. Constantino había promovido su celebración para resolver la crisis desatada dentro de la Iglesia por los defensores del cisma arriano.
Posiblemente, la expresión surgió a raíz de estas disputas teológicas, no exentas de trasfondo político, que en nuestro país se dirimieron a nivel popular entre los católicos hispanorromanos y los visigodos que nos invadieron y que defendían el arrianismo, es decir, herejía que rechaza la divinidad de Cristo.
Según Sbarbi y su Gran Diccionario de Refranes, se refiere a la perturbación ocurrida en el Calvario cuando los judíos deicidas se convencieron de que el Crucificado era verdaderamente el Hijo de Dios por el temblor de tierra y los fenómenos que acompañaron a su muerte, lo que es muy probable que alguno gritara «Dios es Cristo» con tal de no ser tragado por la tierra.

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