Hoy en día estamos acostumbrados a ver imágenes correspondientes a una romería que consiste en una gran afluencia de personas que se dirigen a una ermita o santuario para venerar a alguna Virgen o Santo. Muchas son las que se realizan en las que predomina el ambiente festivo y donde se come, bebe, canta y baila mientras se realiza tal peregrinación.
Tras
promulgarse en el año 313 d.C. el ‘Edicto
de Milán’,
en el que se permitía la libertad
de culto en el Imperio Romano y,
por tanto, se dejaba de perseguir a los cristianos, Roma se convirtió
en el epicentro del catolicismo y muchas fueron las personas que
peregrinaron hasta allí desde diversos puntos de Europa y Oriente
Próximo tras haber sido evangelizadas.
Aquellos
peregrinos que viajaban hacia Roma fueron llamados ‘romeros’ y,
por consiguiente, ‘romería’ fue
el término que se le asignó a esa peregrinación.
Con
el tiempo se utilizó dicho vocablo para cualquier viaje o
peregrinación con destino a un lugar sagrado como un templo, ermita
o santuario sin tener en cuanta donde estuviera localizado. Al
tratarse de un recorrido que solía durar varias jornadas, en algunos
lugares ese trayecto tomó un carácter algo más distendido y menos
religioso, incorporándole en las diferentes etapas que se realizaban
el ambiente festivo que hoy en día conocemos.
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